Recientemente uno de mis colegas redactores ha publicado una nota abalando al Servicio Técnico que brinda la compañía de la manzana mordida. Una compañía que se caracteriza por envolver la «mierda» en oro para poder venderla, no en su peso neto de mierda sino como si hubiera sido oro. Y así como hace esto también crea un mundo de ilusión en cada tienda que abre creando una apariencia para poder sustentar sus altos precios.

No importa el Antennagate, ni los monitores vendidos bajo falsas promesas de colores que solo existían en la cabeza de un déspota CEO que fue abandonado por todos quienes creyeron en él cuando comenzaba su carrera. Mucho antes de que se atreviera a decir que los usuarios no sabían como sostener un teléfono. Mucho antes de que comprara el silencio de todos sus fan regalando una funda plástica en lugar de arreglar el problema.

¿Dónde está la genialidad de un soporte técnico que no conoce lo que es el Plug ad Play? Qué sabe que quien entra a esas tiendas o llama a la línea de soporte sólo tiene uno de los producto altamente controlados de pies a cabeza por la compañía. Donde el concepto de instala lo que quieras es totalmente prohibido. ¿Dónde esta la genialidad? ¿En una sonrisa agradable? ¿En que te den el trato que te mereces luego de haberles pagado su salario con creses?

No señor. Si existen genios son aquellos que brindan soporte a cualquier producto con Windows. Productos que son cada uno un Universo diferente aunque partan de un Hardware común.

Y yo les voy a contar sobre uno de estos genios que se me apareció encarnada en un cuerpo y voz de mujer.

Llamé una noche de verano para indagar sobre las puntas para el lápiz del PRO 3. Tras varias preguntas de cortesía pasamos al tema en cuestión y no para mi sorpresa ya que sabía de antemano el resultado, se me informó que mis puntas de repuestos ya habían sido ordenadas y todo el proceso era gratuito. Pero eso no es todo. Cuando pregunté sobre cuándo podría comprarlas en cualquiera de las tiendas locales, mi genio, con toda la amabilidad que se puede imaginar llamó a dos de las tiendas locales para preguntar sus fechas de disponibilidad. ¿Qué más podía pedir?