Los padres y madres de una familia digital suelen trabajar, por ejemplo, en las fábricas del programa educativo argentino Conectar Igualdad…

Industria Nacional

Durante la última década Argentina ha desarrollado una política de industrialización por sustitución de importaciones. Era predecible, por tanto, que este programa educativo fuera funcional a esta política industrial.

En la provincia de Tierra del Fuego existe el complejo de industrias de ensamblados nacionales. Todas las fabricas allí existentes son de capitales privados y ensamblan productos de electrónica y electrodomésticos: heladeras, televisores, computadoras, teléfonos celulares, etc. Son los Foxconn argentinos.

La mayoría de los componentes para elaborar esos productos son importados, especialmente los componentes más costosos (chips, discos duros, LCDs, etc.), aunque lentamente se intenta que algunos de los mismos también sean de producción local (carcazas, cables, teclados, más recientemente, también las tarjetas madres y los modulos SIMM; probablemente en el futuro las baterías). No necesariamente los componentes son fabricados en Tierra del Fuego, pueden provenir desde cualquier lugar del país, la región (Brasil, por ejemplo) y el mundo (Estados Unidos, China, Japón, Corea del Sur, etc.).

Por ejemplo, prácticamente todas las computadoras Dell, HP y Lenovo, y todos los smartphones, incluso Samsung, Nokia, LG, etc. se ensamblan allí para satisfacer la demanda del mercado local. También existen marcas argentinas como EXO o PCBOX. Marcas locales que recuerdan mucho a fabricantes genéricos generalmente asociados con la industria china.

El Ministerio de Educación de la Nación compra a estas fabricas las netbook y servidores. Especialmente a las marcas argentinas. Es la más grande solicitud de este tipo de la historia argentina por lo que ninguna fábrica por sí sola podía satisfacer la solicitud. Finalmente, se distribuye entre todas las empresas disponibles la solicitud. Por tanto, las escuelas, docentes y alumnos reciben servidores y netbook de diferentes fabricantes. Todos cumplen los requisitos mínimos requeridos por el programa, pero pueden existir pequeñas diferencias entre unos y otros.

En general, este programa se ha transformado en el mayor impulsor a toda esta industria. Decenas de fábricas y miles de trabajadores dependen de la continuidad de este programa.

Esta bella historia apareja un riesgo. Como el Estado es el mayor cliente por amplia diferencia, la parte mala de todo esto es que todo este complejo industrial tiene la vulnerabilidad de depender significativamente de la continuidad de este programa gubernamental. Lo mismo se podría decir de la industria editorial.

Continuará…