Acabo de regresar de impartir un taller de empoderamiento digital en Lima,  Perú,  para personas con distintos tipos de discapacidad. En otra parte comentaré sobre sus resultados, que han sacado a la luz el improbable optimista que hay en mí. De lo que quiero hablar aquí es del futuro de los smartphones

No ya el futuro, sino el presente.  Pude comprobar cómo los smartphones ya han cambiado la vida de millones de personas en Lima. Los ves por todas partes: a veces en la mano, a veces unidos a un auricular por cable o Bluetooth por motivos de seguridad.

Y pude comprobar a lo largo de decenas de horas de taller que los beneficios que se obtienen allá de un smartphone son superiores a los de este lado del charco,  al ser en no pocos casos el único dispositivo a disposición de la persona.  Especialmente en el caso de la discapacidad, los resultados son extraordinarios.

Hay que decir que iOS tiene ciertas ventajas para la discapacidad visual. Una pena que con un sueldo en la media local se tarden meses de ahorrar sin comer ni pagar facturas para poder pagar un iPhone. Qué señoritos, pretenderán comer y tener un iPhone a la vez .

Por otra parte, el salto que ha dado Android en accesibilidad para personas con discapacidad física ha sido más que notable. El acceso por barrido a la interfaz,  así como el uso de botones para ello (al menos,  los de volumen),  ya permite el uso de dispositivos Android por parte de personas con mediana o incluso gran discapacidad.

Podría seguir con las enormes ventajas para cada colectivo de personas con discapacidad,  pero ya digo que eso lo voy a cubrir en otra parte. Lo que noté,  lo que pude contrastar en un elevadísimo número de pequeños momentos cotidianos de las personas que me rodeaban,  es que los smartphones

1. Han llegado para quedarse
2. Y lo han hecho porque los beneficios que aportan a las personas son,  las más de las veces,  decisivos.

Decisivos,  sí.  No juzguemos arbitrariamente el uso de WhatsApp,  por ejemplo. Para muchas personas, el aporte que les supone para su vida cotidiana y la calidad de la misma es grande. Y para las personas que no disponen de acceso fácil a otro tipo de dispositivo (principalmente,  a una computadora), el hecho de poder consultar y contrastar información les salva gran cantidad de situaciones de la vida cotidiana.

¿Qué decir de los servicios de VoIP,  cuando tienes familiares en el extranjero?

¿Qué decir sobre lo que supone en hispanoamérica poder leer ebooks en una pantalla de 4″ o superior?

Por las características del curso,  en vez de mi Samsung Galaxy Note 4 llevé un OUKITEL K6000. Cuesta 113 euros y es un modelo al alcance de muchos más bolsillos, con lo que podría trabajar en condiciones parecidas a las de bastantes de los participantes. Pensaba que las diferencias entre terminales, aparentemente notables, me supondrían una fuerte adaptación y ciertas renuncias.

Pues ni lo uno, ni las otras.

Una pantalla HD (no full HD, y por supuesto no las animaladas de resolución recientes) es más que suficiente si es IPS. Y 2Gb son mucho más que suficientes si no te vuelves loco instalando docenas de apps todo el tiempo en ejecución). La cámara no es de gama alta… Pero sí más que suficiente para la vida cotidiana. Observad

Mi menda tras el rito de paso de morder la torta

Durante estos días, el «teléfono barato» ha tenido un uso intensivo (ayudado por su batería de 6000mAh). He podido darle el uso que le doy a mi smartphone básicamente sin restricciones. Me ha resuelto multitud de papeletas con honores.

Resulta que la carrera hacia abajo de los precios de los smartphones ha llegado ya a los abismos de teléfonos de calidad por 100 euros, o básicos por 50. Y ambos ofrecen suficientes beneficios a la mayoría de los usuarios como para que la parte superior de la tabla de precios sea cada vez más cuestionable.

Así las cosas, me temo que el reinado de Android va a seguir siendo absoluto en los siguientes años, si no lustros. Es una plataforma lo suficientemente madura y completa como para no haya lugar para más opciones significativas en el mercado mil millonario de usuarios mundial. Apple mantendrá su puesto como símbolo de status en todo el mundo, pero más allá de eso o de necesidades puntuales (de momento, para los ciegos no hay alternativa que se le acerque, por ejemplo), es una opción con cada vez menos sentido. ¿Para qué gastar 8 veces el precio de un smartphone de calidad suficientemente buena? ¿Voy a poder obtener 8 veces mejores resultados? ¿4 veces? ¿Un 50% siquiera?

Ya es algo tan evidente que en poco tiempo no cabrá mucha discusión al respecto. Recordaremos con añoranza los tiempos en los que canta esta discusión… Y lo haremos, también, debido a la falta de opciones.

Es lo que hay. Pagaremos ciertos precios por un ecosistema en el que un producto tendrá una completa posición dominante. Imagino que los beneficios personales y colectivos hacen que merezca la pena, pero no dejo de desear, cada vez más en vano, un ecosistema más rico.

Y por cierto, Ballmer: «gracias» por los años perdidos para Windows Phone

P.S.: entrada íntegramente escrita con el mencionado smartphone barato con cliente nativo wordpress