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06
Abr 2016
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Xbox One, la consola que remató a las consolas

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¡Hola, amigos! Me estreno en Wintablet hablando de una máquina que pronto será un wintabletón, una nueva adición al ecosistema Windows: Xbox One. Espera, ¿no era una consola? ¿Qué ha ocurrido?

A Microsoft nunca le han interesado las consolas per se. Sin embargo, el éxito arrollador de Playstation durante los noventa preocupó a personas importantes en Redmond. Sony, al igual que Microsoft, se estaba colando en todos los hogares. Los codazos con el PC en el mundo del entretenimiento eran evidentes.

Eso ya era inquietante para Microsoft, pero además flotaba como una nube la amenaza de que Sony no se limitara al entretenimiento. Junto a los videojuegos empezaron a aparecer tímidas aplicaciones multimedia para Playstation, y se rumoreaba sobre el desarrollo de periféricos como discos duros. De hecho, algunos movimientos posteriores de Sony demostraron que los temores de Microsoft no eran mera paranoia comercial. Por ejemplo, el lanzamiento oficial de un Kit Linux en 2002 para convertir a Playstation 2 en un ordenador personal:

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No tuvo mucho recorrido por el miedo de Sony a que pudiera usarse para piratear juegos, pero en Microsoft provocó algunos sudores y «I told you«.

Así que las impresoras de billetes trabajaron a destajo y en 2001 sacaron una consola de videojuegos en un mercado prácticamente impenetrable y dominado por empresas japonesas (Atari Jaguar y 3DO fueron algunos de los cadáveres que quedaron por el camino). Xbox era esencialmente un PC metido en una caja con una gran X y puertos para mandos. Su gran baza fue el juego online y un catálogo de software occidental que atrajo a muchos jugadores de PC, lo que hizo crecer el mercado y desplazar al dominio japonés (que sufrió comercialmente su desdén al juego online).

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¡No contaban con mi astucia!

Por un tiempo las consolas siguieron siendo consolas. Se definían sobre todo por su antagonismo con los ordenadores. El juego en PC era para un público especializado: complicaciones para los no iniciados por decenas de configuraciones posibles, un proceso de instalación y descarga de parches manual, uso intensivo de teclado y ratón etcétera. En cambio, en consolas se percibía sencillo y apto para el usuario casual: introducir el juego y jugar.  En la comodidad del sofá, con tan sólo un pad en las manos.

Llegó una nueva generación de consolas, la primera genuina y permanentemente conectada a Internet: Playstation 3 y Xbox 360. Aquí el concepto empezó a variar, pues ambas traían un disco duro de serie en el que instalar los juegos (algo que hasta entonces sólo ocurría en los ordenadores). También trajeron más costumbres de los PC, como la frecuente actualización del sistema operativo y de parches que arreglaban fallos de los juegos. Entre los consoleros más puristas se alzaron muchas cejas.

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¿Cómo? ¿Instalar juegos en una consola? ¡Herejía!

A su vez, el concepto de jugar en el ordenador se simplificó gracias a Steam, que trajo al PC el juego sencillo y unificado de estas consolas. Tienda online única, automatización y centralización de contenidos descargables, plataforma de juego online accesible… Se empieza a ver un patrón de equilibrio, ¿verdad?

Al contrario de lo que piensa mucha gente, el de las consolas es un negocio ruinoso para quien las fabrica. Vendes máquinas que tienen que ser a la vez lo más potentes y baratas posibles (recurriendo, por lo general, a un doloroso dumping), y esperas recuperar beneficios pillando un mordisquito de cada copia de software que se venda para ella. Nintendo eludió el desgaste de esa carrera tecnológica desde Wii. Sus productos actuales son más gadgets no punteros y de bajo precio que consolas como las conocemos ahora.

En cambio, lo que Sony y Microsoft han obtenido de su lucha por el entretenimiento hogareño ha sido pérdidas cuantiosas. El caso de Microsoft es particularmente sangrante, en sentido casi literal. La primera Xbox se introdujo en el mercado a fuerza de dólar, y sólo dio pérdidas. Años después, por un defecto de fabricación en la primera tanda de Xbox 360, Microsoft gastó hasta mil millones de dólares en devoluciones. Otra generación sin beneficios. Desde entonces, la venta de la división de Xbox ha estado sobre la mesa en las reuniones del consejo de administración de Microsoft. ¿Pero qué diablos hacemos vendiendo consolas?, debió de lamentar el propio Ballmer durante el sacrificio de alguna silla.

Por lo que, si ya las consolas se alejaban del modelo de “máquina para jugar”, Microsoft pisó el acelerador en busca de beneficios. Xbox no podía seguir siendo “sólo una consola”. Los años y las actualizaciones de software transformaron a Xbox 360 en un centro de entretenimiento multimedia con venta y alquiler de contenidos audiovisuales y aplicaciones. Basta comparar el Dashboard de la consola cuando salió en 2005 (arriba) con el que tiene ahora (abajo):

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Cuando se presentó Xbox One, hubo abucheos sonados. ¿Por qué? Porque se habló más de los servicios que de los juegos. Era algo inaudito en la revelación de una consola. Y también la prueba de que ya no se quiere vender consolas de videojuegos como tales. La propia Sony, con una situación económica grave, abrió Playstation a servicios y aplicaciones en un intento de rentabilizarla.

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Adiós, Xbox One, consola. Hola, Xbox One, nuevo hardware del ecosistema Microsoft.

El último clavo en el ataúd del concepto de consola lo ha puesto Microsoft recientemente al anunciar el lanzamiento de aplicaciones universales para Xbox One con compatibilidad con teclado y ratón, además de otros movimientos como la creación de una tienda unificada entre PC y Xbox, y juego cruzado entre ambos. Sus estudios de desarrollo internos ya no crearán juegos sólo para Xbox, tendrán que ser para Xbox y PC. La propia Xbox se difumina como nombre de una máquina y se convierte en una marca. Paralelamente, ahora se venden dispositivos dedicados a Steam que son indistinguibles en uso y funciones de Playstation 4 o Xbox One.

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Jugando en el salón con un PC y mandos de Xbox.

Es decir: tenemos ordenadores con los que se puede jugar como en una consola (con sofá y pad, y todo) y consolas que incorporan cada vez más funciones de los ordenadores. El término consola, por tanto, es tan representativo y útil como el de teléfono en tiempos del smartphone; es una palabra que alude a lo que fue, no a lo que es, y que esconde una realidad: las consolas de sobremesa han muerto y las portátiles van tomando un camino de fusión similar con los smartphones.

Tampoco quiero sonar nostálgico. En estos tiempos de ubicuidad tecnológica, los chismes de un sólo uso son cada vez menos atractivos. Por otro lado, como usuario de Xbox One preferiero esta apertura de la máquina a verla languidecer como la última incursión de Microsoft en el mundo de las consolas (como probablemente hubiera ocurrido con la Microsoft pre-Nadella).

Por Moisés Cabello | 13 Comentarios | Enlaza esta entrada
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