Estos días he estado de viaje nueve días, de vuelta a la Madre Patria que tan bien nos trata. Movilidad Exterior, la llaman, los muy hijos de la grandísima puta de Babilonia. No es mi caso, pero hay gente que se ha tenido que ir porque si.

Bueno, dejemos el tema que me enciendo. Vayamos al tema, pero después del corte.

Digo que he estado nueve días de viaje en España. Con mi Apple Watch. Estuve 5 en Sochi de trabajo. Con el Vivoactive. Por desgracia, las vacaciones planeadas en España se han convertido en una odisea de guardias de hospital porque a mi padre le dio un yuyu y lo ingresaron al segundo día de llegar… y hasta ahora.

Por lo tanto, la comparación entre Vivoactive y Apple Watch ha sido más pareja que si simplemente hubiera estado de vacaciones ya que las sesiones de curro en Sochi eran, también, maratonianas, con la diferencia de la mascarilla, los guantes y la bata aséptica.

En mi caso tengo seguro ganador, y no es el que os imagináis si me conocéis, no. Por decirlo básicamente: el Apple Watch es una mierda. Lo tuve que cargar todas las noches, a veces no me duró ni siquiera las 18 horas de una guardia y volvía a casa con él apagado.

En mi día a día, lo cargo cada dos días, pero en las sesiones hospitaleras ya os digo que no cumplió. ¿La diferencia? Pues las notificaciones. Con la familia nos hemos comunicado con el teléfono y los chats. Que si sube algo de fruta que lo que dan aquí parece paja, que si una almohada para la cabeza. Ahora está mejor. Ahora está mal. Selfie viene y selfie va. ¿Cómo va? Y esas cosas. En el reloj solo miraba de quién venía la notificación. Luego la leía en el teléfono y no solía usar el reloj más que para mirar la hora de vez en cuando y lo comentado.

Cuando estuve en Sochi, olvidé mis pastillas de la tensión, así que, sin tensiómetro, tuve que estar pendiente de las pulsaciones, que era la única forma de mirarme la tensión. Ya sé que no hay mucha correspondencia entre una cosa y la otra, pero es mejor que nada y, para lo que nos interesa, usaba el Vivoactive de forma mucho más intensiva que el reloj de Apple.

¿Sabéis cuántas veces tuve que cargar el reloj de Garmin? ¡¡Ni una puta vez!! Llegué a casa con el 15% de batería. Y encima mide el sueño.

Las dos únicas cosas que no puedo hacer con el Garmin es responder a las llamadas y recibir las notificaciones de las fotos compartidas.

Maldita sea, qué crisis de identidad y de todo que tiene Apple.