Acabo de terminar una conferencia en el Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT) en Madrid. La he dado con el tablet en el que he instalado windows 8. Ha sido un riesgo controlado qué no me habría permitido hace años, cuando todavía no estaba curado del espanto ante los imprevistos en conferencias.

La conferencia abría las jornadas de www.convivirconlaespasticidad.org. Me lo estoy pasando muy bien, porque para este colectivo las tecnologías personales son mucho más importantes y positivas que para la sociedad en general, y se nota en la motivación y en las ganas, y en lo que consiguen.

Pues bien, justo cuando repasaba por última vez la conferencia, me di cuenta de qué windows 8 y su interfaz táctil puede ir más allá de modas y tendencias. Esto es, la multitouchidad es una opción para el usuario sin discapacidad, más o menos atractiva o justificable según el caso. Lo más importante es el acceso a Internet y al software crítico, no con qué tipo de interfaz se utilice. Y la interfaz GUI, de ratón y teclado, es muy madura y productiva, sobre todo sí dejamos modas a un lado.

El problema es que la GUI es productiva y cómoda para personas sin discapacidad; sin embargo, es lenta e incómoda para personas con distintos tipos de discapacidad. Por ejemplo, me comentaban ponentes con problemas de motórica fina que la interfaz de ventanas «clásica» les resultaba lenta e incómoda a la hora de hacer clic sobre áreas activas.

De repente me ha result

ado evidente: una interfaz táctil es gruesa y, por lo tanto, de manejo más sencillo para personas con estas dificultades. No es una cuestión de modas (aunque puede que también, no es descartable), sino una mejora objetiva.

El problema se me plantea ahora con el acceso al futuro market de Metro. ¿Los desarrolladores podrán colgar software libre en él? Obviamente va a estar enfocado en el software privativo, el cuál es parte de la solución: las empresas tienen los recursos y la agilidad para ofrecer soluciones a problemas de accesibilidad vía software. Sin embargo, el software libre también es parte de la solución, no sólo por los costos sino por la comunidad que hay detrás y la sensibilidad social. Un producto libre de éxito atrae a una comunidad de desarrolladores y usuarios y, en este caso, cuanto más movimiento y conversación, más se visibiliza el objeto de la aplicación. Por lo tanto, un producto libre de éxito dedicado a un problema de discapacidad sería más asequible económicamente, tendría una comunidad detrás qué solucionaría dudas y detectaría necesidades y contribuiría a divulgar y sensibilizar sobre los problemas de accesibilidad.

El software libre sólo percibe si tiene éxito social, y este éxito puede superar el ámbito del producto. Este caso nos revela la necesidad de que Microsoft no siga el mal ejemplo de Apple con su iOS y, como ha ocurrido hasta ahora con versiones anteriores de Windows, favorezca el acceso tanto al software privativo como al software libre. El servicio a las personas con discapacidad es otra de las formas en las que metro se puede acabar diferenciando y justificando.