Se acaba de producir la primera presentación de un iPad sin el Reality Distortion Field. La review que más me ha gustado, tanto por el detalle como por el atrevimiento de ir a la contra, es la del compañero Mahjong. Ya no se oía hablar de magia (porque el campo octarino se desvanece muy rápido), pero sí de la siguiente pirueta de márketing: la retina display. Dejando aparte que la concentración de puntos por pulgada varía entre el iPad 3 y el iPhone 4, el previsible tsunami mediático se ha quedado en marejadilla, sin las histerias del primer iPad ni los fervores del segundo. Dejando aparte divertidos / patéticos excesos de periodistas en el lado malo de la brecha digital, que lo calificaban como «un escándalo de tecnología encerrado en 635 gramos», lo que más me ha interesado es la segura victoria que el iPad va a tener en las empresas, a decir de los comentaristas.
Comencemos por un par de bonitos conceptos:
1) Astroturfing sin careta. En los últimos años, hemos asistido a una ola creciente de astroturfing de Apple, partiendo de una estudiada inversión en películas taquilleras (para que aparecieran máquinas apple en manos de los personajes positivos), para inundar otros ámbitos mediáticos. Cuando la presencia ha adquirido masa crítica y ha logrado alcanzar la categoría de moda generalizada en el occidente rico, el astroturfing se quita la careta y pasa a bombardeo explícito y deliberado. Cada anuncio de Apple es el acontecimiento de la década, si no del siglo, y conlleva alabanzas sin techo y ausencia de críticas… por parte de los comentaristas. Obviamente, no tengo derecho a asumir que todos reciben comisión privada o corporativa por las alturas (o las profundidades) a las que llegan con sus elogios, pero resulta muy gráfico comparar el entusiasmo del plumífero con los comentarios variados de sus lectores, incluyendo una buena cantidad de críticas y de intentos de poner los pies en el suelo. JKendrick, quién te ha visto y quién te ve
2) Capitalización bursátil de Apple. Aquí hay un buen análisis al respecto, y diría que la evolución de la cotización es bastante evidente. Pase lo que pase mañana, a día de hoy Apple se sienta sobre una montaña de dinero… que no devuelve dividendos.

1 + 2 = 3

Así las cosas, los comentaristas hablan sin pudor del desembarco masivo inminente del iPad en las empresas. No de un comercial o un directivo usando un iPad de manera específica, o de los partidarios del BYOD. No, se habla de uso masivo. O, si lo preferís, de que partes importantes del parque de dispositivos de una empresa se cambien por iPad. Precisamente en las empresas, esas entidades del país de la piruleta, que atan los perros con longanizas y cambian de equipos cada año.

En ningún momento se cita el uso de software corporativo o la adaptación de los recursos de la empresa a equipos con un nuevo sistema operativo para los departamentos responsables de los recursos informáticos; con nuevos, claro, me refiero a que hasta la fecha los parques de dispositivos personales eran PC en su inmensa mayoría, y se disponía de abundante personal cualificado para gestionar dichos parques y el software que se necesitaba en cada puesto.

Tampoco se habla de lo contentos que se van a poner los responsables al pasar de una situación en la que pueden negociar precios con distintos proveedores a una nueva en la que sólo tendrían un único proveedor que, desde el primer momento, deja claro que el control que se va a tener sobre el dispositivo es muy limitado. Vamos, que ni van a poder amenazar a Dell con pasarse a HP a menos que le rebaje un tanto, ni van a poder escoger un proveedor para su software a menos que pase por la AppleStore y en las condiciones de la AppleStore. Del desarrollo in-company, mejor ni hablo que me da la risapena.

No sé vosotros, pero a mí no me cuadran un par de cosas en ese triunfo inevitable del iPad en las empresas. Sobre todo teniendo en cuenta que, con Windows 8, se van a obtener las ventajas principales del susodicho para usuarios corporativos (form-factor, autonomía), sin ataduras a un único proveedor de hardware. Si eso es ya de por sí significativo para las empresas que no atan los perros con longanizas, las aplicaciones metro van a ser totalmente utilizables tanto en tablets y equipos basados en ARM como en equipos tradicionales basados en x86, que además mantendrán esa aburrida compatibilidad con todo el software precedente. El año que viene, incluso los móviles con Win 8 phone tendrán compatibilidad con las aplicaciones metro. Eso, por no hablar de que desde el primer momento se dispondrá de un navegador completo (no de un navegador para móviles) y Office completo, no una versión capada.

Si nos ponemos en la piel de los que tienen que mantener estos equipos, el salto será muy inferior al que hay que dar con un SSOO nuevo (tanto OSX como iOS), y las posibilidades de gestionar los equipos muy superiores a lo que hasta ahora permite un equipo como el iPad, pensado para el usuario final. Si los equipos necesitan algún periférico específico, podrán utilizar la totalidad de los periféricos desarrollados para windows y conectables por medio de puertos USB estándar.

No me meto en lo que hace un directivo con su iPad, en lo que puede necesitar un comercial como parte de su imagen o en el papanatismo del Bring Your Own Device. Pero los grandes números no me cuadran, por mucho que lo intente, en el «inevitable triunfo del iPad en las empresas».

Sobre todo, teniendo en cuenta que viene Windows 8.