Ahora peino canas, pero hubo un tiempo en donde miraba hacia las estrellas y el cielo con entusiasmo. Que tenía mi habitación de adolescente forrada con carteles de la enciclopedia de la aviación, y soñaba con dedicar mi vida profesional a las máquinas voladoras que atravesaban la atmosfera hacia un espacio totalmente diferente al descrito en mis libros preferidos de Ciencia Ficción.

Crecí con Star Wars, con Battlestar Galactica, descubriendo a los grandes clásicos de la SF y formando parte de la primera generación de las consolas, con una Atari 2600. Al llegar a la mayoría de edad, volví al país en donde me críe en la infancia y me encontré con la durísima realidad de que la ingeniería aeronáutica estaba fuera del alcance de mis conocimientos. Así, en aquellos momentos de decisiones, puse los ojos en el viejo Spectrum 48k que tenía mi hermano desde hacía unos años y, sin saberlo, inicié el largo camino de esta vocación que aún me llena de pasión: la informática.

La primera decisión adulta, que recuerde, fue el suscribir un préstamo bancario para comprarme un PC (Inves 8088) que tenía 640Kb de memoria RAM, sin disco duro y dos disqueteras de 5 ¼ (floopy flexible) como unidades de almacenamiento. Y allí, en esa pantalla CGA de fósforo verde, descubrí Autocad, OutRunner, Lotus 1. 2. 3, o Basic. También en aquellos tiempos, en la extinta Escuela Técnica Informática de Gijón, descubrí la dureza del Cálculo infinitesimal, del Álgebra de Boole, o lo mucho que me gustaba Prolog, C o Pascal; y tuve mi epifanía personal con la película Tron.

Mis inicios profesionales fueron con Atari, viejo conocido, y aquellos maravillosos 520ST con el interfaz gráfico GEM. A los pocos años, salté al concepto «multimedia», la unión (entonces futura) del lenguaje audiovisual con las capacidades de interacción de los sistemas operativos. Y así pasaron los 90 y llego el momento en donde Internet dejó de ser Compuserve y Yahoo, para convertirse en una burbuja inmensa en donde desapareció mi especialización como Director Multimedia (y toda la experiencia en diseño 3D para TVE), para entrar a la programación Web en algo muy novedoso llamado Microsoft ASP.

Desde entonces han llovido otros 14 años, y sigo tocando prácticamente todos los palos de la profesión, aunque me dedico sobre todo a gestionar equipos de desarrollo.

Mantengo viva e intacta la pasión por todo lo que lleve silicio, todo lo que vuele y todo lo que supere el límite de nuestra atmosfera. Sigo siendo aquel soñador que prefería utilizar la paga semanal en comprar la Muy Interesante (desde el primer número y su portada del Tsunami), o la Avion
Reveu (con la portada del 212); pero – desde hace poco más de dos años – con la oportunidad de ser quien escribe, quien divulga, quien comparte.

El escribir ha sido una de esas actividades con las que siempre he soñado con realizar, pero que nunca había podido abordar más allá que mis pinitos hiper técnicos en el blog personal, y algún que otro sobre temáticas más abiertas pero con una dedicación y repercusión ínfimas. Sin embargo un antiguo compañero de escudería virtual (si, también soy forofo de todo lo que se mueva con gasolina) me invitó al blog de desarrolladores para desarrolladores GenbetaDev, y de donde salté a XatakaWindows al año siguiente. Dos blog del grupo Weblogs, y en donde me he habituado a que casi 300.000 personas nos lean cada mes.

Ahora he tocado en la puerta de WinTablet, uno de esos blogs en los que encuentro calidad, confianza y el disfrutar de la lectura de los artículos. Un sitio, en donde, me parece todo un privilegio poder escribir y que, de forma sorprendente, no solo me han abierto las puertas a mi pluma, si no que me han acogido como viejos amigos y en donde inicio mi andadura a partir de ahora.

Obviamente no prometo cadencia intensiva de publicaciones como en mis blogs «comerciales«, pero si haré todo lo posible para que nunca sean triviales y así estar a la altura de mis compañeros de WinTablet.

Muchas gracias a todos,