Esta es la nueva configuración de mi despacho en casa, con una Surface Pro 3 presidiendo la mesa. Aunque tengo que cambiar aun algunas cosas, como mi viejo monitor, aun conservo mi teclado jugón y mi ratón Ratt5.
Tengo pendiente hacer una review de lo que han sido mis primeros días con la nueva Surface, pero os puedo resumir en pocas palabras, la experiencia ha sido increíble… no llega a ser sexual (porque eso es imposible) pero comparable a comerse un buen cocido.
Hoy he llegado a casa y me he encontrado con que la dock estaba esperándome, así que no he perdido tiempo y he reorganizado el despacho para empezar a trabajar de inmediato. La siguiente alegría es que me ha llegado también la de la oficina, mañana la instalaré allí y diré adiós al pesado portátil Lenovo T430 que debo llevar todos los días a cuestas. Creo que por fin puedo decir aquello de que soy libre… o mejor dicho, estoy libre de dolores de espalda 
En cuanto se recupere la cartera de semejante paliza, pensaré en cambiar el monitor y acomodar mi nuevo despacho a nuevas costumbres.
Por cierto, la dock es increíblemente compacta, aunque tiene un grave defecto, no viene con los adaptadores de pantalla, por lo que hay que desembolsar dinero adicional, una pena y casi 50 euros que he tenido que despedir con llantos y lloros. Y otro más, y este si que no me lo esperaba. Cuando se pincha la Surface en su dock, automáticamente cambia la salida de sonido a la del soporte y te ves obligado a cambiarlo en el Panel de Control. La solución es poner como predeterminadas ambas salidas (sí, se puede).
A ver si encuentro un rato más largo para ponerme con el artículo que debo.
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